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La melancolía, también conocida como mal de vivre, es un sentimiento de pérdida de gusto por la vida, de pérdida de sentido. Con el tiempo, se instala un vacío existencial y los deseos desaparecen. Quienes la experimentan sienten como si estuvieran atrapados en una rutina monótona y solitaria. En los casos más graves, la melancolía puede llevar al suicidio.
Victor E. Frankl (1905-1997) fue un psiquiatra y neurólogo austriaco que sobrevivió a los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de los miembros de su familia no sobrevivió. Su trágica experiencia como preso constantemente hambriento, humillado e intimidado impregnó su labor de ayuda a las personas que padecen el mal de vivre.
Escoger su ruta
Frankl es el creador de la logoterapia, un enfoque que aboga por la importancia de la dimensión espiritual de la persona para sensibilizarla no sólo a sentir la vida por dentro, sino a darle un sentido, incluso en los momentos más insignificantes o banales. De hecho, Frankl aconsejar a los demás de hacer lo que él mismo realizó durante su estancia en el campo de concentración: aunque le fuera físicamente imposible escapar, él era libre de decidir entre mantener la esperanza y tener una razón para vivir, imaginaria o real, o renunciar a todo, aceptar su destino y dejarse morir. En su libro The Search for the Meaning of Man (publicado en 1946), escribió:
Al hombre se le puede quitar todo menos una cosa, la última de las libertades humanas, la elección de su actitud personal ante un conjunto de circunstancias, para decidir su propio camino.
¿Cómo lograrlo?
En primer lugar, hay que recordar que el ser humano tiene la capacidad única de verse, aceptarse, autoregular y visualizarse. Para Frankl, el animal puede verse en un espejo, pero no puede visualizarse mirándose a sí mismo. Esta capacidad de autodistanciamiento nos permite cambiar de perspectiva, ya que nuestra vida no está predeterminada, por el contrario, nunca deja de cambiar y hacernos evolucionar.
No somos seres a la merced de nuestras circunstancias pasadas y presentes. Seguimos siendo mentalmente libres. Frankl concibe así el concepto de libertad combinándolo con el de responsabilidad. De tal modo, somos libres y los únicos responsables de dar sentido a nuestra vida.
En segundo lugar, Frankl afirma que el ser humano se caracteriza por su deseo de trascendencia. Es decir, tendemos a buscar el sentido de la vida más allá de nosotros mismos, mismo que debemos descubrir creyendo y confiando plenamente en nosotros mismos, para permitirnos alcanzar un sentimiento de plenitud.
Todos tenemos una vocación o misión específica en la vida; todos tenemos una tarea concreta que debemos realizar. En esto, nadie puede ser reemplazado, ninguna vida puede ser repetida. Así, la labor de cada persona es única, al igual que la oportunidad específica de llevarla a cabo.
Victor E. Frankl
Nuestra capacidad de autodistanciamiento y de trascendencia nos permiten tomar una posición determinada frente a las diferentes situaciones de la vida, simples o complejas, con conciencia de la responsabilidad de nuestras elecciones, para dar un sentido a la vida que nos interpele.
La búsqueda de sentido es diferente para cada uno de nosotros y podemos pasar por períodos oscuros. Frankl nos recuerda que en el sufrimiento también podemos encontrar, como hizo él, un profundo sentido a nuestra vida.
ACERCA DE DENIS GAUTHIER Y PIERRE BRULÉ
Denis es filósofo y Pierre, psicólogo. Ambos tienen un MBA realizado en universidades del Quebec. Se conocieron durante un curso de filosofía en la Université du Québec à Trois-Rivières y son coautores del libro “Vernos de forma diferente: La conciencia y su poder”. Amantes de la naturaleza, de los seres humanos y de los desafíos, se lanzaron en la aventura de escribir juntos esta crónica espiritual.
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